Monday, July 8, 2013


 
 
De cómo debe rezarse el Rosario

ROSA XLI

Pureza del Alma

                No es la duración, sino el fervor de nuestras oraciones, lo que agrada a Dios y le gana el corazón.  Una sola Avemaría bien dicha tiene más mérito que ciento cincuenta mal dichas.  Casi todos los católicos rezan el Rosario, al menos una parte o algunas decenas de avemarías. ¿Por qué, pues, hay tan pocos que se enmienden de sus pecados y adelanten en la virtud sino porque no rezan las oraciones como es debido? Veamos, pues el modo de rezar para agradar a Dios y hacernos santos.

1.       Es preciso que la persona que reza el santo Rosario se halle en estado de gracia o, almenos, resuelta a salir del pecado, pues la teología nos enseña que las oraciones y buenas obras hechas en pecado mortal son obras muertas que no pueden ser agradables a Dios ni merecer la vida eterna.  En este sentido está escrito: Non est speciosa laus in ore peccatoris (Eccli. 15,9)

La alabanza, la salutación angélica, ni aun la oración enseñada por Jesucristo son agradables a Dios cuando salen de la boca de un pecador impenitente:  Populus hic labiis me honorat, cor autem eorum longe est a me (Mc. 7,6).

        Esas personas que ingresan en mis cofradías, dice Jesucristo, y rezan todos los días el Rosario o una parte de él sin contrición alguna de sus pecados, me honran con los labios, pero su corazón está muy lejos de mí.

        He dicho: O al menos con la resolución de salir del pecado: I.ᵒ porque si fuera necesario estar en gracia de Dios para hacer oraciones que le fuesen agradables, se seguiría que los que están en pecado mortal no deberían rezar, a pesar de que tienen más necesidad de ello que los justos, y, por tanto, no debería aconsejarse nunca a un pecador que rezase el Rosario ni una parte de él, porque le sería inútil, lo cual es un error condenado por la Iglesia;

2.       Porque si con voluntad de permanecer en el pecado y sin intención alguna de salir de él, se inscribiese en una cofradía de la Santísima Virgen o rezase el Rosario o una parte de él u otra oración, se haría del número de los falsos devotos de la Santísima Virgen y de los devotos presuntuosos e impenitentes que bajo el manto de la Santísima Virgen, con el escapulario sobre su cuerpo y el Rosario en la mano, gritan: Santísima Virgen María, yo os saludo; y, no obstante, crucifican y desgarran cruelmente a Jesucristo con sus pecados y caen para su desgracia desde las más santas cofradías de la Santísima Virgen a las llamas del infierno.  Aconsejamos el santo Rosario a todo el mundo: a los justos, para perseverar y crecer en gracia de Dios, y a los pecadores, para salir de sus pecados.  Pero no agrada ni puede agradar a Dios que exhortemos a un pecador a hacer del manto de protección de la Santísima Virgen un manto de condenación para ocultar sus crímenes, y cambiar el Rosario, que es el remedio de todos los males en veneno mortal y funesto.  Corruptio optimi pessima.  Es necesario ser ángel de pureza, dice el sabio Cardenal Hugo, para acercarse a la Santísima Virgen y rezar la salutación angélica.  Ella hizo que un impúdico que rezaba, por regla general, diariamente el Rosario, pudiera ver hermosos frutos en un vaso manchado de inmundicias; y sintiéndose él horrorizado, le dijo la Señora: He ahí cómo me sirves: me presentas rosas bellísimas en un vaso sucio y corrompido. Juzga si pueden resultarme agradables.

 

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